«En la familia de un niño que ejerce el acoso escolar

suele haber algún miembro sádico o perverso y otros miembros que son los sumisos»

Acoso escolar: estadísticas mundiales y de España

  • Según el último informe de la Unesco Poner fin al tormento: cómo abordar el acoso escolar, desde el patio del colegio al ciberespacio, 2 de cada 10 alumnos en el mundo sufren acoso escolar (246 millones de niños y adolescentes).
  • En España, según los datos del Ministerio de Educación, el acoso escolar o bullying afecta al 4 % del alumnado. No obstante, estas estadísticas podrían estar lejos de reflejar la realidad actual, ya que muchos niños que son víctimas de esta violencia psíquica, verbal, física o social no hablan con nadie sobre la situación que están padeciendo porque están atemorizados: “Sus acosadores los amenazan con tomar represalias si le cuentan a alguien lo que están viviendo.
  • Las víctimas de acoso escolar mantienen su silencio incluso durante el primer tiempo de terapia. Hay que trabajar mucho con ellos la confianza y la autoestima para conseguir que empiecen a abrirse y a verbalizar su realidad”, dice Raúl Labiano director de Rubik.

El perfil del acosador

  • Según el informe de la fundación ANAR de 2015, en cifras absolutas, el acoso escolar se inflige algo más entre varones que entre mujeres (53 % – 47 %). En cambio, las estadísticas cambian cuando el espacio escogido para acosar es Internet: siete de cada diez víctimas de cyberbullying son chicas.
  • “Habitualmente, el perfil del acosador, cuando hablamos de chicos, es el de un niño o adolescente de complexión fuerte que, a pesar de su cociente intelectual medio-alto o alto-superior, tiene un mal rendimiento escolar. Son chicos agresivos, conflictivos, con necesidad de pelea porque en sus familias también hay algún tipo de violencia o maltrato.
  • Viven en familias enfermas y necesitan descargar con otros la perversión a la que ellos mismos están sometidos. Son niños que necesitan ayuda psicológica y no la reciben. En la familia de un niño que ejerce el acoso escolar suele haber algún miembro sádico o perverso y otros miembros que son los sumisos. El niño reproduce esta dinámica en el colegio convirtiéndose en el maltratador de otra víctima”.

«Si la víctima accede a lo que quiere el maltratador, se va a convertir en su esclavo: el acosador cada vez va a ejercer un mayor abuso. No va a haber límite.»

  • Las estadísticas sobre el ciberacoso o acoso a través de las redes sociales y del teléfono móvil coinciden con el perfil de las chicas acosadoras: sus agresiones suelen ser más de tipo psicológico.
    • Maltratan a sus víctimas burlándose de ellas, ridiculizando, sobre todo, su aspecto físico (peso, manera de vestir, etc.) y rechazándolas en el patio y en los trabajos en grupo.
    • Cuanto más tiempo soporta la víctima esta situación de ridiculización, más mermada queda su capacidad para responder a ella. Y aquí empieza su aislamiento.

El perfil del acosado

  • En contra de lo que algunos pudieran pensar, los niños que sufren acoso escolar suelen ser niños muy sociables: no son ni tímidos ni inhibidos.
    • “Lo que ocurre es que son niños nobles, generosos, confiados y sensibles. Son niños que no saben decir “no” o enfrentarse al maltratador.
    • Si este les dice “Tú no juegas”, se quedan arrinconados. Se asustan ante el acosador”.

La dinámica entre el acosador y la víctima

  • Por lo general, el acoso escolar o bullying no se lleva a cabo en clase. Los acosadores escogen lugares en los que se sienten impunes, como el lavabo, el comedor, el patio y la salida del colegio.
    • Este último espacio es en el que se dan la mayoría de las agresiones físicas y, aunque las víctimas intentan escabullirse de su acosador, esta actitud suele incitar todavía más su violencia; de tal modo, que incluso se producen amenazas si los padres van a recogerlos a la puerta del colegio.

“Si la víctima accede a lo que quiere el maltratador, se va a convertir en su esclavo: el acosador cada vez va a ejercer un mayor abuso. No va a haber límite. “Y si el maltratador recibe un “stop” del colegio (toda la escuela conoce estos casos), entonces va a escoger otra víctima, porque el acoso nunca es personal”.

  • Cuando una víctima se enfrenta al maltratador, entonces éste pierde sus “armas” y redirige su atención hacia otro niño. “
    • El acoso es un desplazamiento emocional.
    • El maltratador no escoge a su víctima por ser “Pedro”, “María” o “Paula”, sino por su necesidad de expresar violencia hacia alguien a quien identifica como “débil” porque él es el “débil” en su familia.

Cómo ayudamos en terapia a los niños víctimas del acoso escolar

  • Aunque suelen ser muy buenos alumnos, las víctimas de acoso escolar terminan, a menudo, por dejar de hacer los deberes y negarse a ir al colegio.
    • Cuando llegan a terapia, ya presentan una gran somatización: dolores abdominales y de cabeza, vómitos, alergias, miedos, ansiedad, crisis de angustia, bloqueos, ataques de pánico, bulimia, falta de apetito, principio de anorexia…
    • No pueden, por ejemplo, ir al lavabo sin que les acompañe su madre o quedarse solos en casa (cuando son más mayores). Son niños y adolescentes que han estado sometidos, y soportado, una gran agresividad durante un largo periodo de tiempo.
    • Es muy importante, en este aspecto, que los padres estén muy atentos a lo poco que pueda expresar su hijo antes de llegar a este punto: si un niño relata un episodio de abuso, por mucho que lo minimice al explicarlo, por mucho que lo suavice, su relato debe hacernos saltar la alarma.
    • Detrás de lo que está expresando, lo más probable es que haya mucho más que no se atreve a explicar porque, como decíamos antes, está atemorizado por su acosador.

Lo primero que hay que entender es que las víctimas del acoso escolar son personas a las que les han arrebatado su “yo”.

  • En nuestro centro,muchos de nuestros pacientes con dificultades emocionales o de aprendizaje han sufrido o sufren acoso escolar. Por esta razón, desde hace años tratamos a niños y adolescentes con este problema.
    • Lo primero que hay que entender es que las víctimas del acoso escolar son personas a las que les han arrebatado su “yo”.
    • Al principio, cuando se inicia el acoso, inconscientemente les parece imposible lo que están viviendo: por eso no lo ven e incluso justifican al acosador (“No lo ha hecho queriendo”).
    • Se produce una negación.
      • Pero después, cuando van siendo conscientes de la situación a la que se ven sometidos, empiezan a sentir vergüenza de sí mismos, se sienten distintos a los demás niños y empiezan a aislarse.
      • Su “yo”, entonces, se va aniquilando.

En la terapia trabajamos los aspectos que van a resultar esenciales para su recuperación:

  • La valoración, la confianza, la motivación y la integración en el grupo.
    • A través de juegos que están diseñados para que puedan ser realizados sin mayor dificultad y para que en ningún caso se sientan retados (es importante que no perciban ningún tipo de amenaza), se les refuerza constantemente su autoestima haciéndoles saber que lo han hecho bien.
    • Asimismo, se les anima a que escojan ellos mismos el juego al que va a jugar todo el grupo para que la aceptación de los otros empiece a formar parte de su nueva realidad.
    • Otra manera de trabajar las emociones es a través del dibujo: dibujar les permite expresarlas de manera simbólica, lo cual en sí mismo ya supone un gran alivio, y, posteriormente, se les pide que hablen sobre lo que han dibujado.
    • Normalmente, al principio, los niños suelen ser muy parcos en sus comentarios, pero al cabo de unos meses, empiezan a verbalizar sus emociones.
      • Una dinámica parecida es la que se sigue en los juegos de representación (tipo teatro, rol playing): se trabaja lo que aparece en la historia representada y se positiva.
      • De esta manera, y paulatinamente, los terapeutas van consiguiendo que estos niños y adolescentes se vayan sintiendo aceptados por otros “iguales”, revirtiendo su experiencia previa. “Es muy frecuente que estos pacientes les pidan a sus padres que quieren ir a terapia más de una vez a la semana (la frecuencia habitual), ya que allí encuentran el espacio para “existir” y para disfrutar de su derecho a un entorno libre de violencia”.