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Depresión Infantil

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DEPRESIÓN INFANTIL: ¿cómo ayudar a un niño con síntomas depresivos?

  • La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por presentar un elevado malestar.
  • Puede darse en niños o en adultos, pero cuando la depresión infantil se da en niños, debido al hecho de que no poseen recursos para manejar sus emociones, o si los poseen, lo hacen en menor medida, interfiere más en su desarrollo.
  • Hasta hace poco tiempo, la depresión infantil y otros problemas mentales en niños no eran tenidos en cuenta, o bien eran pasados por alto. Pero son cada vez más los niños que sufren trastornos depresivos.
    • De hecho, quizás por fenómenos que están a la orden del día, como el acoso escolar, la presión por la imagen corporal o el tipo de ocio solitario, se hacen cada vez más habituales.
    • Con respecto a la prevalencia de la depresión infantil, la OMS estima que un 3-5% de la población infantil sufre depresión. Si traducimos esto a consultas de psiquiatría infantil, representaría un 10-15% de ellas.

Algunas de las posibles causas de la depresión infantil son:

• Causas biológicas: factores hereditarios, bioquímicos, hormonales y neuronales.
• Causa estacional: esto se explica por la teoría del “Trastorno Afectivo Estacional” que viene a decir que la cantidad de luz está asociada con los cambios estacionales y esto afecta al estado de ánimo de algunos niños.
• Causas psicológicas: como pérdida de seres queridos, divorcios, problemas familiares o escolares, malas relaciones entre padres e hijos, problemas de autoestima, cambios de vivienda, etc.
• Causas del entorno: la presión a los que los niños están sometidos en los diferentes ambientes, el estrés, la tensión, etc.

A modo de resumen, los criterios diagnósticos de la depresión infantil son:

• Quejas somáticas: son bastante frecuentes, suelen cursar normalmente con dolor de barriga o de cabeza.

• Duración mínima de 2 semanas y sin estar relacionado con ninguna sustancia.

• Presencia de 2 síntomas:

  • Estado de ánimo depresivo o irritable: además, a los más pequeños les cuesta describir cómo se encuentran y muchas veces se quejan de molestias físicas. El ánimo irritable se manifiesta con una conducta agresiva o acciones hostiles. Cuando el trastorno se da en adolescentes, los síntomas son más similares a los de los adultos.
  • Pérdida de interés: ya sea hacia su propio entorno, hacia sus juegos preferidos, comidas, colegio…
  • Falta de energía: está desanimado, le cuesta comunicarse con los demás, no juega, no quiere hacer cosas.

• Presencia de uno o más de los siguientes síntomas:

  •  Pérdida de confianza y autoestima, y sentimientos de inferioridad: se vuelven extremadamente sensibles hacia el rechazo y el fracaso, en ocasiones se desprecian a sí mismos.
  •  Reproches: en los niños esto se traduce en una auto-desvaloración o un sentimiento de culpa excesivo o inapropiado
  •  Ideas o intentos auto-líticos
  •  Incapacidad para concentrarse: están como ensimismados, no son capaces de centrar la atención en una actividad por periodos largos de tiempo.
  •  Actividad psicomotriz agitada o inhibida
  •  Alteraciones del sueño y del apetito
  •  Variaciones de peso

¿Cómo podemos ayudar a un niño con depresión infantil?

Los padres, educadores, profesores y demás personas que forman parte del entorno del niño, podemos ayudar más de lo que creemos.

Algunas de las formas para llevar esto a cabo son:

1. Elogiarlo: de forma frecuente y sincera. Es importante decir al niño lo que hace bien, en ese momento, e intentar conocerlo a fondo para darnos cuenta de lo que piensa de sí mismo, las virtudes y defectos que cree poseer, y ayudarle a reestructurar los pensamientos considerados negativos.

2. Culpabilidad: intentar que su lenguaje sea en un tono positivo, ayudarle a distinguir, dando las razones adecuadas, entre los acontecimientos que él puede controlar y los que están fuera de su alcance, y no culpabilizarse por éstos últimos.

3. Estabilidad familiar: anticipar cualquier cambio que se vaya a producir, explicando la razón de ellos, (en un lenguaje adecuado a cada edad), para reducir sus preocupaciones, así como establecer una rutina diaria.

4. Desesperación e impotencia: la expresión emocional es esencial. Debemos dotar al niño de herramientas para identificar y hablar de sus emociones. Podemos pedirle que escriba en una libreta sus pensamientos positivos de 3 a 4 veces al día. De esta forma, éstos irán aumentando, y se la expresión de emociones se verá favorecida.

5. Pérdida de interés y tristeza: podemos pactar con el niño una actividad interesante al día para aumentar su motivación e interés por las cosas, planificar acontecimientos especiales en los que se divierta, hablar sobre temas que le gusten, etc.

6. Apetito y problemas de peso: cuando este punto está relacionado con la depresión, es recomendable no obligar al niño a comer. Podemos preparar sus comidas preferidas, o relacionar el periodo de la comida con algo agradable. De esta forma, la hora de la comida será más un momento más placentero.

7. Dificultades para dormir: realizar pautas de higiene del sueño: mantener un horario fijo para dormir, en el cual las horas de sueño sean las recomendadas, realizar con él actividades relajantes y que le gusten (como pueden ser leer o escuchar música suave). Es recomendable terminar el día con un comentario positivo.

8. Agitación e inquietud: cambiar las actividades que le causan agitación, enseñar al niño técnicas de relajación, dar un masaje antes de dormir.

9. Temores excesivos: identificar las situaciones que le causan ansiedad e incertidumbre, para después cambiarlas. Tenemos que intentar que el niño se sienta apoyado por nosotros, tranquilizándolo en los momentos que lo necesite.

10. Comportamiento agresivo e ira: Todos estos comportamientos debemos rechazarlos de una manera amable pero firme, es decir, sin tener reacciones de ira, y utilizando la razón. Es importante dar validez a sus emociones y estimular al niño a expresar sus sentimientos de ira apropiadamente. Podemos utilizar algunas técnicas de autocontrol como la técnica de la tortuga, o la del semáforo.

11. Dificultad para pensar y para concentrarse: animar al niño a participar en juegos, actividades, charlas familiares.

12. Pensamientos suicidas: estar alerta a las señales de suicidio y buscar ayuda profesional inmediatamente en caso de que se den.

13. Si la depresión persiste: buscar ayuda profesional como es el caso de nuestro centro Rubik donde nuestros terapeutas están experimentados en tratar la depresión infantil de manera habitual.

Por último, destacar que la detección temprana de la depresión infantil es transcendental. Cada niño tiene una manera de ser, y acepta los cambios de manera diferente. Por ello, debemos poner especial interés en conocer muy bien a nuestros pequeños para saber qué es lo que ha cambiado de su comportamiento y estar pendiente de las modificaciones en su estado de ánimo y en las posibles causas.