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Desarrollo intelectual, social y afectivo

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Describimos el desarrollo del niño en su primera infancia, entre 0 a 7 años, y luego, desde el inicio de la etapa escolar básica, entre 7 y 11 años.
Los datos que arrojan las investigaciones de J. Piaget son útiles y proyectivas, tanto para profesores como para padres y apoderados: ayudan a comprender al niño y a exigirle sólo lo que su etapa de desarrollo permite.

Primera infancia: de 0 a 7 años

Los bebés nacen con un limitado registro de emociones, que van haciéndose más complejas a medida que crece y madura. Los recién nacidos son capaces de mostrar tres expresiones emocionales: sorpresa, placer y malestar. Sin embargo, alrededor de los dos meses, muestran la primera conducta verdaderamente social a las caras de las personas que los cuidan: sonríen. A los cuatro meses, han añadido una cuarta emoción a su repertorio: el miedo.

El repertorio emocional del bebé se amplía de nuevo entre los seis y nueve meses, cuando aparecen la timidez, el miedo a los desconocidos y el miedo a ser separados de las personas que se ocupan de él. Antes de este momento, los bebes están, por lo general, cómodos con cualquier adulto que se ocupe de ellos, pero después ese momento es muy probable que tengan miedo de estar con quien no sea su madre, su padre o cualquier otra persona que se haya ocupado de él.

La aparición de la sonrisa social a los dos meses de edad supone una recompensa agradable para los padres que cambian los pañales o se levantan por la noche, aunque la expresión del malestar y el miedo entre los cuatro y los nueve meses no suele agradar a los padres. Sin embargo, ambos son signos de un desarrollo normal y saludable de las emociones del bebé.

A los dos años de edad, las emociones se hacen más complejas todavía. En este momento, muchos bebés actúan de forma culpable cuando no se han portado bien y parecen sentir vergüenza ante el fracaso. Los niños de dos años son criaturas muy sociales, que se han creado fuerte apego con sus padres y con otras personas que los cuidan. La fuerza del apego se manifiesta de varias formas. Por ejemplo, ya hacia los seis meses de edad el niño se aferra y hace lo que sea para estar cerca de sus padres. A veces, no le parece suficiente estar muy cerca de ellos; pide que sólo le presten atención a él; en caso de ausencia de los padres muestran su ansiedad con llanto, nerviosismo y gritos.

A los dos años las emociones positivas y negativas, están bastante desarrolladas, pero se vuelven más intensas en el periodo preoperatorio, entre los 2 y los 7 años. La elaboración de las emociones en su mayor parte corresponde al desarrollo cognitivo.

Los cambios sociales más notables durante este período se producen en las relaciones con sus compañeros. A los dos años de edad ya se dedican al juego solitario. Es decir, juegan solos, aunque haya otros niños delante. La frecuencia de este tipo de juego disminuye rápidamente entre los dos y cinco años.

Al final de la etapa preoperatoria el juego predominante es cooperativo, social, que supone un intercambio cooperativo. El cambio en las pautas de juego parece tener un desarrollo paralelo al cambio cognitivo. Al principio de la etapa preoperatoria, cuando el pensamiento es muy egocéntrico, no es sorprendente que predominen el egoísmo y la falta de cooperación. Los niños pequeños no son capaces de comprender otro tipo de juego. Sin embargo, cuando llegan al final del período, el pensamiento egocéntrico disminuye y aumenta el juego cooperativo.

Un cambio similar se produce en los arrebatos emocionales entre el comienzo y el final de la etapa preoperatoria. Los niños de dos y tres años de edad normalmente tienen rabietas, sin que estén dirigidas contra nadie en particular, mientras los niños de cuatro a siete años dirigen su agresividad hacia otros. Aunque este tipo de comportamiento no parece sociable, se trata de una forma de emoción compartida, más social, menos egocéntrica.

Hacia los dos años la mayoría de los niños y niñas empiezan a actuar de forma sexualmente tipificada. Los niños tienden a jugar con camiones, aviones y cubos de construcción: las niñas juegan fundamentalmente con muñecas, peluches y ropas. A esta precoz edad parecen ser conscientes de su propio sexo y entienden los estereotipos sexuales de su cultura respecto de la ropa, las profesiones y las diversiones.

La etapa escolar: 7 a 11 años

Son los años correspondientes a la primera etapa de la escuela básica. La educación reglada comienza en esta etapa de la vida porque la mayoría de los niños está preparada intelectual y socialmente para las exigencias escolares.

El desarrollo físico tiene un ritmo bastante lento durante esta parte central de la niñez, pero se trata de un período saludable donde la mayoría de los niños sufre muy pocas enfermedades. Los avances más notorios se refieren al aumento constante de la fuerza física y la coordinación motriz.

El psicólogo suizo Jean Piaget distingue cuatro etapas en el desarrollo cognitivo:

Etapa sensorio motora (Nacimiento hasta los dos años):

El niño se relaciona con la realidad a través de las sensaciones y los movimientos motores. En esta etapa, el niño es incapaz de razonar con símbolos mentales.

Etapa preoperacional (2 a 7 años):

Durante el período preoperacional, el niño es capaz de pensar simbólicamente y adquiere con rapidez la capacidad de utilizar el lenguaje. Sin embargo, el pensamiento aún es bastante diferente del de los adultos. A menudo es ilógico en muchos sentidos, lo que muestra la naturaleza única de la cognición del niño en esta etapa.

Etapa de las operaciones concretas (7 a 11 años):

Durante la niñez media, el niño tiene la capacidad de razonar como un adulto en todos los sentidos, excepto en lo que respecta a conceptos abstractos como la justicia, el infinito o el sentido de la vida.

Etapa de las operaciones formales (Desde los 11 años de edad):

Al final de la niñez, la mayoría de las personas han llegado hasta un tipo de cognición adulta plena, incluida la capacidad de razonar utilizando conceptos abstractos.

Al final de la etapa de las operaciones concretas el niño adquiere la capacidad para representar las cosas mediante símbolos, como el lenguaje y las imágenes mentales. Además, adquiere las operaciones del pensamiento, que aún se basan en sus propias acciones. Ya a partir de los 7 años – etapa de las operaciones concretas – las operaciones del pensamiento se coordinan entre sí, permitiendo, paulatinamente, un pensamiento más flexible y general.

Entre los 2 y los 7 años – cuando el niño ve las cosas sólo desde su propio punto de vista – se va haciendo cada vez más consciente de sí mismo como persona, lo que lleva a conflictos y problemas con los demás. Para comprender los puntos de vista ajenos necesita las estructuras de las operaciones concretas. En el nivel de pensamiento preoperativo el niño se ve obligado a obedecer las reglas establecidas por quienes tienen autoridad sobre él, fundamentalmente sus padres. Los valores y las obligaciones morales se vinculan con la obediencia a las reglas y no tanto con las propias intenciones. En la etapa de las operaciones concretas, entre los 7 a 11 años, el pensamiento es más flexible y general y los niños se comportan de acuerdo con las convenciones y expectativas de los demás. Está claro que muy pocos pensamientos o acciones con netamente intelectuales; casi todos tienen un contenido emocional.

Cuando se hace referencia al aspecto afectivo emocional se incluyen actitudes, sentimientos, valores y motivaciones. Todos ellos influyen en lo que aprenderá una persona, en el uso que hará de su aprendizaje, en sus actitudes y en su comportamiento. No se puede separar el desarrollo social emocional del desarrollo intelectual: toda persona es una como entidad biológica y psicológica y en ella residen y tienen lugar, en un sustrato biológico, los ámbitos intelectual, social y afectivo, como un conjunto interactuante.

Desde Rubik creeemos en el trabajo que integra lo emocional, lo intelectual y lo afectivo y ¡desde pequeños!;  ya que vemos que hay muchas personas que llegan a consulta a una edad tardía y que si se hubieran acercado con anterioridad el problema se habría resuelto antes y con mayor facilidad, además de haber vivido de una manera más féliz esos años que no sabían que les pasaba.